El movimiento plástico impresionista se desarrolló a partir de la segunda mitad del siglo XIX en Europa, principalmente en Francia.
Es caracterizado, a grandes rasgos, por el intento de plasmar la luz (la "impresión" visual) y el instante, sin reparar en la identidad de aquello que la proyectaba. Es decir, si sus antecesores pintaban formas con identidad, los impresionistas pintarán el momento de luz, más allá de las formas que subyacen bajo este. El impresionismo rompía con las leyes del academicismo, suprimiendo la
perspectiva tradicional, la anatomía clásica y el claroscuro. Los
autores de este movimiento rechazaron los colores oscuros para buscar la
claridad, la transparencia y la luminosidad.
La temática era uno de los principales motivos de discrepancia que tenían los pintores impresionistas
con la sociedad de la época. Procedentes de una clase social popular, o
próxima a ella, a los impresionistas les resultaba placentero retratar
gustos y costumbres que les eran familiares. Por el contrario, los
clientes de arte, pertenecientes a las clases burguesas y
aristocráticas, estaban acostumbrados al idealismo y al reflejo de la
sofisticación en los cuadros. Como consecuencia, la alta sociedad
consideraba que los impresionistas estaban en guerra contra la belleza.
Se conserva en el Museo Marmottan-Monet de París.
Fuentes:
El Puntillismo Abstracto creado por el español Gabino Amaya Cacho dio un soplo de aire fresco al mundo del arte. Cada cuadro es original, creativa y llena de vida con colores vivos y luminosos. Tampoco pierdan de vista a sus obras inspiradas de la mitología griega como lo son Ícaro y Dédalo, Las Tres Gracias, Las edades de Baco, entre otras. Todas esas hechas con pose natural.
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